“Un sistema político en ruinas basado en su nepotismo tóxico y su falsa riqueza ha destrozado la dignidad de un pueblo” (La espada de Damocles, de Petros Márkaris).
El periodista griego Petros Márkaris describe en su libro "La espada de Damocles" la división actual de la sociedad griega en cuatro “partidos” o categorías sociales. Su semejanza con la realidad española es más que evidente.
Los dos primeros partidos, visto en el artículo anterior, son EL PARTIDO DE LOS BENEFICIARIOS O DE LOS DEFRAUDADORES, integrado por las empresas de construcción y empresas suministradoras de los servicios públicos. En España añadiríamos la banca; y EL PARTIDO DE LOS HONRADOS O DE LOS MÁRTIRES, integrado por los pequeños empresarios, los autónomos, los funcionarios de carrera y los trabajadores de las pequeñas empresas o en paro.
El tercero es EL PARTIDO DE LOS MOLOCH (ser mítico que se alimenta con sangre de inocentes). “Sus miembros han sido reclutados entre las filas del aparato estatal griego y sus empresas”. “La mayoría de los miembros del partido en la Administración no trabajan, o hacen solo lo indispensable”.
El partido se divide en dos grupos:
1) Los funcionarios y los empleados de los servicios públicos y las empresas estatales, puestos a dedo. 2) Y los sindicatos.
“El partido de los Moloch es el brazo no parlamentario del gobierno y el garante del sistema mercantil, pues está compuesto principalmente por cuadros y funcionarios del partido”. Nace de la política de enchufes, alimentada por todos los partidos políticos hasta el inicio de la crisis (en España hasta hoy mismo, solo basta con leer la prensa) colocando en todos los puestos de la Administración, desde los más inferiores a los puestos clave a “gente de confianza del partido”, bajo la falsa excusa de así poder llevar a cabo el programa electoral. “Casi uno de cada dos militantes del partido (socialista PASOK) obtuvo durante estos años (de gobierno del PASOK) un puesto en la Administración”. En España un estudio reciente afirma que hay más cargos políticos en la Administración, entre asesores, controladores, etc., que en los EE.UU.… y lo mismo con los coches oficiales.
“El cuarto y último partido de la sociedad griega es el que más me preocupa. Es EL PARTIDO DE LOS DESESPERANZADOS: los jóvenes griegos, sentados todo el día frente al ordenador, buscando en internet, desesperados, un trabajo, sea donde sea”. Es gente preparada, con formación universitaria pero que no encuentran trabajo y están en el paro. “Las generaciones nacidas después de 1981 no han crecido en una época de verdadera miseria, sino de falsa riqueza y les entra un ataque de pánico cuando tan solo se insinúa la palabra ‘renuncia’. La pobreza les resulta tan ajena como el desierto”.
Con fecha 12 de septiembre de 2012 leo en la prensa local y nacional: “España, líder de Europa en número de jóvenes que ni estudian ni trabajan”. “El drama de los ‘ninis’ se desborda en España. Los jóvenes que ni trabajan ni cursan estudios son ya casi dos millones”, además de la sangría de jóvenes preparados que emigran buscando un trabajo, especialmente a Alemania, habiéndose disparado en un 500% el actual número de jóvenes matriculados en septiembre para aprender alemán en las academias de idiomas.
¿QUÉ PODEMOS HACER? Volvamos a lo dicho del presente escrito: “Como filósofos debemos ir a las ‘causas’ y estas son éticas: (en lo político es por) una falta de valores sobre lo que es el bien común y la responsabilidad de gobierno”. Empecemos por pensar en Humanidad y no en clave de intereses particulares, sean los que sean. Démosle al ser humano el protagonismo que merece y empecemos por mejorar cada uno de nosotros: seamos éticos y tendremos una sociedad donde lo que predominen sean los valores éticos y no los del amiguismo, el poder, la clase social o el dinero. Todo verdadero cambio comienza desde nuestro interior, desde nuestra forma de ver las cosas. Apliquémonos el consejo de los grandes de la humanidad: “Nada cambia si tú no cambias, nada mejora si tú no mejoras”. No pidamos que otros hagan lo que nosotros no estemos dispuestos a hacer.
El camino parece largo pero no lo es tanto si empezamos ¡ya! y vamos sumando voluntades. Lo peligroso en estos tiempos es caer en la desesperanza y confiar en que un salvador, hada madrina, supermán, etc., aparezca bajo la forma de líder político carismático y populista, con soluciones facilonas e inmediatas, y nos arregle esta situación en dos días; peligroso porque la historia nos enseña que así empezaron los grandes separatismos entre las gentes, ya fueran por razones de clase social (el soviet ruso y las chekas y gulags comunistas), raza (los campos de concentración y de exterminio nazis), credo (los tribunales de la Inquisición y los tribunales islámicos actuales, las luchas de religiones), sexo (la negación del voto femenino y de la igualdad ante la ley del hombre y de la mujer, los burkas físicos y psicológicos que niegan a la mujer su propio protagonismo en todo el mundo, empezando por “a igual trabajo, igual salario”) o nacionalidad (serbios contra bosnios, españoles contra sudamericanos, peruanos contra ecuatorianos, catalanes contra manchegos, andaluces contra catalanes, los de Granada contra los de Málaga, los de Cádiz contra los de Jerez, los del barrio A contra los de B, para terminar enfrentados dentro de nuestros edificios y hasta en nuestras propias casas).
¿Qué pasaría si logramos superar todas las diferencias de clase social, raza, credo, sexo y nacionalidad? Nos acercaríamos a ese maravilloso ideal de “fraternidad entre todos”, abriendo la puerta a las grandes cualidades que son propias entre hermanos: comprensión, solidaridad, trabajo en equipo, espíritu de sacrificio y unión, mucha unión entre los seres humanos. Pondríamos fin a las guerras y desterraríamos a los vendedores de humo que solo buscan su propio beneficio. ¡Los verdaderos hermanos piensan en los demás y se ayudan entre sí!
Recordemos al sabio Lao Tsé: “Un camino de mil leguas comienza bajo tus pies, y la mayor dificultad está en dar el primer paso”.
Javier Saura
Director en Cádiz de la Organización Internacional Nueva Acrópolis