El pasado 19 de diciembre de 2007 tuvimos la suerte, un vez más, de que Arturo Pérez-Reverte viniera a Cádiz, para presentar su último libro, esta vez sobre el 2 de Mayo de 1808,  “Un día de cólera&quot

Cádiz es una ciudad cercana, así que me encontré con éste escritor el mismo día 19, en la puerta de la Asociación de la Prensa de Cádiz, camino de la sede del PSOE con mi hermano y relaciones públicas Miguel Prat. Como es natural Arturo no estaba solo y había unas cuantas cámaras y fotógrafos a una discreta distancia tomando imágenes. Aprovechando la ausencia de gente a su alrededor me acerqué a él una vez finalizado el trabajo de los medios de comunicación y, tras pedirle una foto juntos, le dije que me alegraba del enfoque de su nueva novela pues desde hacía muchos años nosotros nos considerábamos “afrancesados”, en la llamada “Guerra de la Indepencia”, a lo que Arturo me respondió que él también era “afrancesado”.

Como el término “afrancesado” fue utilizado durante muchos años para descalificar y denigrar a los que apoyaban los avances del constitucionalismo y el fin del sistema de la monarquía absolutista, nadie mejor que el propio Arturo Pérez-Reverte para explicarlo, así como para relatar su visión del 2 de mayo de 1808 en su novela. Los textos están extraídos de la entrevista realizada por Jacinto Antón y publicada en versión digital en el suplemento Babelia del diario El País, el 01-12-07, bajo el título “¡Maldito día!”.

También se pueden consultar los magníficos artículos publicados el día 20/12/07 en El Diario de Cádiz y en La Voz de Cádiz, sobre la presentación del libro en la Diputación gaditana.

Por último, recordar al lector que, tan sólo dos años después de su promulgación, la Constitución de 1812 fue abolida por el propio rey Fernando VII tras su regreso a España. Y que unos años más tarde dicho monarca puso fin al llamado “Trienio Liberal” con la ayuda de las tropas enviadas por el rey de Francia bajo el nombtre de “los cien mil hijos de San Luis”, que pusieron fin a los restos constitucionales que aún permanecían vivos. Para muchos historiadores e investigadores España perdió aquí el tren de Europa, algo que actualmente intentamos recuperar pero que aún nos marca un evidente retraso.

 

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"¡Maldito día!"
Jacinto Antón 01/12/2007
 
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P. Dice que el Dos de Mayo ha sido muy manipulado.
R. Desde el día siguiente. Por los patriotas, por el absolutismo de Fernando VII, los liberales, la I República, la monarquía, la II República -que puso el énfasis en el protagonismo del pueblo en aquella jornada-, el franquismo -para Franco los héroes eran Daoíz y Velarde, claro, los militares a la cabeza del pueblo-... De nada como del Dos de Mayo se han hecho tantas lecturas.
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P. En todo caso, cargarse a un mameluco -a los que Napoleón concedió un águila por su valor en Austerlitz- o a un coracero, ya que estamos, requería valor.
R. Sí, recuerda que eran soldados de élite. …Goya muestra muy bien lo que fue aquello: la gente estaba enloquecida, rabiosa, no se precavían físicamente, se tiraban a los pies de los caballos para hacerlos caer. Eso tú y yo no lo hacemos.
P. Yo, desde luego que no.
R. El que hace eso es el mismo español que despotrica de Zapatero, de Rajoy, de Bono, aunque más primitivo, más fanatizado, trabajado a fondo por la Iglesia. Coge y suelta a ese tío bien cabreado ante los franceses y tienes el Dos de Mayo. Primero es cólera pura; luego, cuando las cosas comienzan a ir mal, siguen peleando por vergüenza, vergüenza torera, y venganza.
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P. ¿Sumergirse como lo ha hecho en el Dos de Mayo le ha llevado a alguna conclusión sobre el significado de esa fecha?
R. Mi conclusión es que ¡maldito día! El Dos de Mayo es una losa que aún nos pesa. Es el día en que el instinto, el coraje, el fanatismo, el valor, el patriotismo, el ansia de rapiña, el deseo de venganza, lo noble y lo innoble produjeron un proceso que trajo consecuencias terribles para España. Los madrileños luchan en el bando equivocado ese día. Para restituir el viejo orden, casposo, ruin. Esa épica callejera nos metió en una pesadilla que arrastramos hasta hoy, ahí nacen las dos Españas. Insisto: ¡maldito sea el día! El drama del Dos de Mayo no es sólo el de los 400 muertos españoles censados. Es el de la inteligencia, el drama de los lúcidos. De la gente que sabe que la razón, el progreso, está del lado de los franceses, que el futuro es ése. Y que combatir a los franceses es defender a unos reyes incapaces y a unos curas fanáticos. La familia real, española, esos Borbones, eran lo más abyecto, despreciable y vil de Europa. Por eso mucha gente se quedó en sus casas , por eso luchó quien luchó y no luchó quien no luchó. Moratín, Goya, Blanco White... Qué día más terrible cuando el bando del honor se contrapone abiertamente a todo lo que quieres y en lo que crees.
P. Usted parece identificarse con los afrancesados, por la cabeza, y también por el corazón, con la gente del pueblo llano que se echa a la calle, la gente a la que finalmente dejan en la estacada, el "pueblo huérfano", como ese valiente chispero, Juan Gómez, escéptico y descreído, que es un trasunto suyo.
R. ¡No, no te equivoques! Aquí no hay trasuntos míos, no me invento nada ni a nadie. Todos los personajes son reales, construidos a partir de testimonios. Mi libertad ha sido, sabiendo que cinco mueren en la misma esquina, hacer que se conozcan, que hablen entre ellos, lo cual no es muy osado suponer.
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P. ¿Quién lucha ese día?
R. El mito de siempre es que ese día lucha el pueblo todo, la nación. Eso es mentira. La mayoría de la gente está en sus casas. Es la chusma, el pueblo bajo, ignorante, el que sale a la calle. Las putas de Lavapiés, los matarifes del Rastro, los chisperos (herreros) de Barquillo, los delincuentes, los mendigos. Muchos salen por barullo, por chulería, por robarle al francés los dineros de la bolsa y arrancarle los dientes de oro. Por venganza: esos franchutes le han tocado las tetas a mi novia, son unos cabrones, chuloputas, no pagan el vino.
P. ¿Y el patriotismo?
R. A veces lo confundimos con el cabreo, que es lo que hay en abundancia el Dos de Mayo. Por eso mi libro se titula “Un día de cólera” y no “Un día de gloria”. Lo del patriotismo en el Dos de Mayo es en buena parte manipulación. Al acabar la jornada la gente cree que todo ha terminado ahí, un motín y nada más. Ni independencia ni leches. No sabían lo que estaban haciendo, lo que vendría después. Yo he visto mucha insurrección, he estado en Rumanía cuando la caída de Ceaucescu. A la calle siempre salen los mismos. Aquel día, combatiendo en Madrid, había algunos patriotas, sí, y militares, incluso un aristócrata. Pero hay que comprender que la algarada es popular y viene del cabreo. Era cólera, no patria. El del Dos de Mayo es el mismo español que pega al ministro, que se cabrea en Barajas. Sale a cargarse franceses como sale a cargarse curas durante la República. Ese español tan peligroso. "¡Con razón o sin ella!", ese terrible motivo del español para pelear. El Dos de Mayo no hay propósito definido, no hay plan, no hay cabeza rectora. Por eso resulta tan difícil a los franceses pararlo. Lo de la nación y la patria viene después. La guinda de la macedonia. Luego todo el mundo se apropia de aquello. Volverán a hacerlo el próximo 2 de mayo de 2008. Yo quiero devolver el 2 de mayo a la calle, insisto. Que el lector corra ante los caballos, escuche las balas golpeando a su lado, se agobie, participe en el combate callejero, se encuentre con gente que no volverá a ver, se meta en el caos, el humo, los gritos, la sangre...
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P. Pero se percibe que la odisea de esas partidas y esos individuos, esa gente desesperada, le conmueve.
R. Me conmueve su terrible orfandad, que nadie los apoye. Nadie los orienta, nadie se moja, nadie media por ellos al final al final, cuando van al matadero.
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P. ¿Y Arturo Pérez-Reverte qué hubiera hecho ese colérico 2-M?
R .Yo no sé qué hubiera hecho. De joven, como todos, pensaba que hubiera salido a luchar. Ahora, con la lucidez de los años, no soy capaz de decirlo. Depende de cómo hubiera ido todo, de las circunstancias que me hubiera tocado vivir. En principio, salir a la calle para qué, ¿para defender a esos curas, a esa nobleza inculta, a esos Borbones corruptos? Que salga su puta madre. Pero si veo a ese francés matando a mis vecinos, fusilando, ejecutando. ¿O si una bala perdida alcanza a un familiar en casa? Mucha gente sale por venganza, por rabia, por rencor o por el qué dirán. Qué tragedia, insisto, ese día para los lúcidos, para la razón, para Moratín, para Goya, para la gente culta.
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