Ni corto ni perezoso, entró al cuartel y consultó a la guardia por el lugar. El guarcia civil, acostumbrado su fino olfato a los efluvios del mollate, le dijo:-
-Antes de eso, pase un momento por aquí, si no le importa-
Tras la correspondiente sesión de soplado se comprobó que el interfecto había "soplado" más de lo reglamentado en las leyes, por lo que se le requirió mostrara su carnet de conducir. Y no pudo enseñarlo porque...
¡Hacía tiempo que se lo habían retirado!
¡Hombre, por Dios...!