Os presento una pequeña reflexión sobre este video. Primero verlo y luego reflexionemos.

 

Sí, reflexionemos sobre como hemos ido perdiendo la capacidad de comunicarnos.  
La visión de multitud de personas encerradas en esa serpiente de acero a la que llamamos metro, todas calladas, todas introspectivas, con la mirada perdida. Atontolinadas por el murmullo del vagón al deslizarse por lo raíles…
No deje de ser un panorama entristecedor.  ¿A eso ha sido a los que nos han llevado milenios de evolución? ¿Donde quedan aquellas conversaciones en las cuevas a la luz de las hogueras comentando los pormenores del día?
Allí es donde empezamos a diferenciarnos del resto de los animales.
Allí es donde se forjaron los sonidos, ademanes y gestos que configuraron el lenguaje que nos permitió a la postre comunicarnos, traspasar experiencias, temores, alegrías, en definitiva poder sacar y poner voz y sonido a nuestros sentimientos.
 
La naturaleza, Dios o como quieras llamarlo nos dio ese “Don” y por añadidura nos hizo el regalo de la RISA. Sí, escrita con mayúsculas o ¿es que acaso no sabemos darle la importancia que tiene?.
Es patrimonio exclusivo de los humamos, es terapéutica, relajante, desestresante, no puede ser forzada, a veces ni aplacada y por supuesto carece de toda gramática o dogma que pueda clasificarla, encasillarla o tildarla de incorrecta.
 
Ello es así pues surge del alma, de dentro de nosotros mismos. Asoma a la cara tímidamente en forma de sonrisa, nos obliga a poner la alegría en nuestro rostro, al cuerpo a zarandearse, encogerse tomar aire y sacar de dentro ese torbellino de sentimientos que es la carcajada.
 
Tiene la virtud de conectar almas pues, como cruel virus, es tremendamente contagiante y no se le conoce, gracias a Dios, vacuna conocida.
 
Si te hubieras grabado al ver el video, te asombrarías de los cambios en tu rostro y en tu mente. Verías como tus gestos van cambiando, tu cuerpo se moviliza, te intentas resistir, y de pronto surge esa energía, esa pequeña corriente que se enciende dentro de ti, asoma la sonrisa y luego la carcajada.  Sí, amigo, eres humano y estás vivo. Ríe y se feliz o al menos se feliz riéndote.
 
Por ello, aprovechemos las cualidades que nos han dado, por un lado comuniquémonos más y brindemos nuestra mejor sonrisa. Nadie es tan pobre que no pueda darla ni tan rico que pueda prescindir de ella.
 
Saludos heman@s
 
 
                Cristóbal
“filósofo de andar por casa”

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