Se celebró el viaje a Egipto que organizó nuestra Asociación. Camellos, pirámides, templos, el Nilo... ¡fue fascinante!

Del 19 al 28 de agosto realizamos un viaje al país de los faraones, con compañeros y amigos de Nueva Acrópolis de Cádiz, Sevilla, Córdoba, Granada y Guayaquil (Ecuador). Dicho viaje lo organizamos con Viajes Terranostra, especialista en viajes culturales, combinando visitas y diversión.
Tuvimos de guía a un tipo genial, Ahmed, “Faraón” para los amigos y para los otros guías nativos. Nos levantaba temprano y estábamos en los sitios de los primeros. Cuando llegaba la avalancha de turistas nosotros ya habíamos hecho la visita con tranquilidad y nos íbamos a tomar un refresco a la sombra… o a fumar “chicha”, la pipa de agua.
Las pirámides de Gizeh; la Esfinge; el complejo ceremonial y funerario de Sakkara –con tumbas del Imperio Antiguo recién abiertas al público-; los templos de Ramsés III, Luxor, Edfu, Denderah, Abydos, Hatsetshup, Kon Ombo, Abu Simbel y Filae; el complejo de Karnak, el mayor del mundo; la ciudad de los artesanos; las tumbas del Valle de los Reyes y la de los Artesanos… Todo un mundo de ensueño hecho realidad: ¡estábamos allí!


Hicimos un crucero de varios días por el Nilo. Indescriptible la paz de “Hapi”, el padre-madre Nilo. Siendo un río tranquilo, el barco se desliza suavemente y a nuestros ojos van pasando toda la magia de la vida y de la muerte que transmitió la antigua religión egipcia. Uno ve, durante cientos de kilómetros, la línea que separa la tierra fértil, verde como una eterna primavera, del desierto de roca y arena, de un amarillo que hiere la vista al reflejar el sol. Esta dualidad, que es complementaria pues sin una no puede existir la otra, se refleja perfectamente en uno de los templos más extraños y fascinantes: Kon Ombo.


Dedicado a Horus el Mayor (o el Viejo), el halcón, y al dios Sobek, el cocodrilo, Kon Ombo es una síntesis perfecta del pensamiento mágico egipcio: la unión de los contrarios o “armonía por oposición” como base de la Vida. El halcón-cielo y el cocodrilo-agua (el agua para los egipcios se relacionaba con la materia, con el mundo físico como reflejo o sombra de otras “Aguas Primordiales” –Num- de las que surgió el universo) es la unión del cielo y de la tierra, pero también la relación entre las fuerzas creadoras o celestes y destructoras o materiales. Como un gran yin-yan, el templo se divide en dos partes bien diferenciadas: un ala para Horus el Mayor y la otra para Sobek, ¡pero en cada ala del templo se realizaban también cultos al otro dios!: el cielo tiene algo de tierra y la tierra algo de cielo. Y por encima de esta dualidad está el gran secreto de este y de todos los templos de Egipto: la Unidad, la Vida Una que todo lo llena, el Dios sin nombre e imposible de clasificar, anterior a todo y que se expresa creando el universo a partir de la dualidad, a través de Horus el Mayor y Sobek.
Pero también tuvimos tiempo para la diversión y la discoteca del barco nos acogía a diario. Como es tradicional en estos cruceros por el Nilo, la tercera noche se hace una fiesta de disfraces, donde el que quiere se viste a la manera árabe. Ni que decir tiene que nuestro grupo se disfrazó entero, incluso ya había alguno que estaba disfrazado desde el día anterior. Coincidimos con un grupo de franceses y ni uno se disfrazó, dejando la discoteca para nosotros y algunos alemanes y australianos que también se disfrazaron. Lo mejor es que nos teníamos que levantar a las 3’30 de la madrugada para ir a Abu Simbel, por lo que esa noche, como otras muchas, dormimos poco y nos reímos mucho. El viaje a Abu Simbel fue muy silencioso: no se oían ni los ronquidos.
Celebramos las Bodas de Plata de Pepe y Mª Carmen; y los cumpleaños de Jorge y Bartolomé.
Nos hemos bañado en el Nilo, montado en camello, visto cocodrilos, asistido a clase en una escuela primaria, regateado como locos por cualquier cosa… y nos han engañado en las tiendas como a incautos.
En el grupo todos destacaron por algo, por citar a algunos: los ya nombrados Ahmed el Faraón y Carlitos el Grande, junto a Bar-Ptolomeu, Paco Ra-mon, Helena Enamora-moros, Antonio el Mayor y Antonio el Menor, Alonso Morito-bachis, Martha Más-barato, etc.
¿Y de calor que tal? Pues la gente de Sevilla, Córdoba y Guayaquil decía que normalito.
Ha sido un viaje divertido y hemos aprendido muchas cosas. Por eso ¡AMENAZAMOS CON VOLVER!

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