El lunes 5 de Marzo de 2007 se celebró la Tertulia Filosófica del Ateneo  de Cádiz, bajo el título: “Filosofía para la vida cotidiana”. A continuación ofrecemos un extracto.

 

El Coordinador, D. Javier Saura, hizo una breve introducción para centrar el tema a debatir:

1º) Ante el desconcierto actual en cuanto a Valores que rijan las relaciones personales y colectivas, se propone si por parte de los tertulianos presentes podríamos llegar a coincidir en algunos Valores BÁSICOS en que todos estuviéramos de acuerdo.

2º) Que la búsqueda de dichos Valores la hiciéramos desde la aceptación, por parte de todos los presentes, de que habrían de cumplir un doble objetivo: ser buenos para el individuo y para la sociedad.

Sobre esta base de mínimos se abrió el debate, señalándose por casi todos los presentes la actual crisis de valores que vive nuestra sociedad, donde lo que llamaríamos “verdades sociales” están constantemente en entredicho; que estamos asistiendo a una inversión de la jerarquía de valores, prevaleciendo el “utilitarismo” y lo económico, marcado por los beneficios personales a corto plazo sobre los sociales, que suelen ser a largo plazo. Para alguno de los tertulianos esta inversión de prioridades se refleja en que antes se daba prioridad a los valores morales, y hoy lo importante es lo económico, lo cual incidía directamente en el mal ejemplo que recibe la juventud.

Se hicieron algunas referencias a la postmodernidad actual, hija de un sistema, la modernidad, donde algunos de los grandes objetivos que se planteaban se lograron pero vacíos de humanismo: se enseñó a leer y a escribir y se acercó la cultura a todos, pero no se logró formar ciudadanos; el aumento de la producción favoreció el consumo, pero se deshumanizó el trabajo, etc. produciendo todo ello los valores difusos que hoy constatamos.

Un sector de los asistentes manifestó que no lo veía todo “tan negro”, pues es parte del proceso de cambio social que estamos viviendo, donde están surgiendo nuevas cosas que, por ser ahora indefinidas, nos asustan. Y que hay una mayor diversidad, lo cual es bueno para el que se atreva a buscar y a profundizar en el mundo en que vivimos.

Retomando el hilo inicial del debate se plantearon como VALORES POSIBLES que sean válidos para mejorar la relación con uno mismo y con los demás, los siguientes:

1-LA VIDA, como un bien a conservar, con excepciones puntuales. El respeto a la vida propia y a la del otro. Si valoramos la vida de los demás nuestro comportamiento sería más positivo. En este punto se planteó, sin entrar en profundidad por no ser el tema del debate, la importancia que tiene nuestra visión de la muerte, siendo nuestra actitud ante la vida reflejo de nuestra visión de la muerte. Lógicamente hubo respuestas de todo tipo, coincidiendo una gran parte en que, para ellos lo importante no era el pensar en la muerte sino el día a día ser mejores, no lo que vendrá sino lo que tienen ante sí. Matizando que no se trataba de pensar en la muerte sino “nuestra visión” de la misma, se reconoció que, siendo la muerte una de las grandes verdades incuestionables pues todos hemos de morir, era precisamente eso el que le da un gran valor.

2-LA FAMILIA, como punto de apoyo de realización familiar. Y se aclaró que hablamos de la “familia” en un sentido amplio y no de la “familia tradicional”: la existencia de una convivencia personal basada en lazos afectivos. Y la fuerza de la familia radica en que la educación de los niños no se recibe sólo en el colegio, sino también y fundamentalmente en la casa. Si de niños en casa no encuentran un sistema de valores, luego es muy difícil que lo tengan de mayores. Hoy se trata de comprar el afecto de los niños en vez e enseñarles y compartir con ellos, lo cual ha provocado una sobrevaloración de los niños pues se les dan todos los derechos pero no se les enseñan las obligaciones. Educar no es sólo aumentar los conocimientos del educando, también es darle una formación ética: hacerle consciente de sus deberes, no sólo de sus derechos; que sepan la importancia de la lealtad, del altruismo, de la solidaridad, etc, y que pueda vivir dichos valores. La auténtica educación es conseguir que los niños acepten libremente lo que deben hacer, y que sean conscientes de que toda elección tiene una contraparte que es la responsabilidad. Y para ello es fundamental la colaboración y el trabajo de los padres.

3-EL AMOR, pero no el amor a los allegados o a los conocidos sino el amor inegoista: sobre todo a los que más lo necesitan.

Se insistió en que estamos en un momento único, a nivel histórico, marcado por la superpoblación y las necesidades, y los cambios que estos factores implican para atender a la humanidad. Y ante esta época de cambios, con su aspecto positivo, por la gran cantidad de oportunidades y de posibilidades que se abren ante nosotros, pero también de crisis y desconcierto, es fundamental la actitud personal que tenga cada cual, siendo la manera más efectiva de vivir una “filosofía para la vida cotidiana”, y, dada la gran diferencia de prioridades entre cada persona, el que cada cual ponga en práctica lo que considere mejor.

¿Y qué es lo básico que podemos considerar lo mejor? Pues la suma del respeto a la vida, la fuerza y apoyo de los vínculos familiares y el amor a quien lo necesite, lo cual nos da una idea completa de FRATERNIDAD: el ayudar al otro dando lo mejor de uno mismo. Y eso es bueno tanto para uno mismo como para la colectividad, con lo cual en esta Tertulia Filosófica conseguimos alcanzar los objetivos que nos habíamos propuesto, dando por finalizada la misma.

Javier Saura, Vocal de la Junta Directiva del Ateneo y Coordinador de la Tertulia Filosófica de dicha institución.

Director de Nueva Acrópolis en Cádiz.

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