Continuando con los artículos relacionados con el mundo precolombino, hoy publicamos en segundo de ellos. Los anteriores pueden leerlos en la sección "Civilizaciones antiguas".

 LA HERENCIA DE TEOTIHUACAN

Se atribuye su construcción al dios Quetzalcoatl –en maya Kukulkán- (La Serpiente Emplumada, Venus) al principio de la Creación y, posteriormente, desde allí el dios gobernaría a los Toltecas y crearía la civilización. Esta ciudad es el referente por excelencia de toda mesoamérica. Teothuacán es la  primera y mayor “Tula”, “Tulla” o “Tulam”, es decir: “La Ciudad” donde se establece el Eje del Universo que puede conectar la Tierra con el Cielo y el Inframundo. El nombre que le dieron los aztecas así lo atestigua: Teotihuacán, “la ciudad donde los hombres se transforman en dioses”.

 En dicha ciudad dicen las tradiciones que radicó el primer gran imperio tolteca, creado y dirigido al principio por el propio Quetzalcoatl. Tras un largo período de esplendor este imperio sufrió la decadencia y la humanidad se sumió en la barbarie y el dolor, pero la tradición y enseñanzas de Quetzalcoatl se mantuvieron gracias a sus sacerdotes. Tras muchos siglos se pudo volver a instaurar el segundo imperio tolteca en la ciudad de Tula. Cuando éste también cayó, su herencia será recogida mucho después por los aztecas, los cuales tomarán elementos toltecas tanto en su cosmovisión como a la hora de dar nacimiento a su capital, Tenochtitlán, dándole una distribución según el concepto de orden cósmico y natural heredado de aquellos, ahora adaptado a las particularidades aztecas.

 Prototipo del Eje o Centro del Universo, se dice que allí, en Teotihuacán tuvo lugar lugar uno de los grandes hechos que marcaron el destino de toda la humanidad: Tras la creación de los tres mundos (Cielo, Tierra e Inframundo) los dioses decidieron crear a la Humanidad sobre la Tierra.

       Primero lo intenta el dios Tezcatlipoca, o Sol de Jaguar, y los crea de formas gigantes pero sin entendimiento, por lo que envía una plaga de jaguares que devora a la humanidad.

       La segunda creación de la humanidad será por Quetzalcoatl, o Sol de Viento, pero también fracasa. El dios envía un fuerte huracán y los humanos se transforman en monos para salvarse.

       La tercera creación será obra del dios de la lluvia, Tlaloc, o Sol de Lluvia, la humanidad también son gigantes pero no prospera. Son destruidos por una lluvia de fuego. Los hombres para salvarse se transforman en aves.

       Cuarta creación: la diosa del  agua Chalchitlicue, o Sol de Agua, también fracasará con la humanidad de gigantes. Perecerán por una inundación, los hombres que se salvan lo hacen convirtiéndose en peces.
Habiendose realizado cuatro intentos fracasados para crear a la humanidad con entendimiento, viendo que era urgente que ésta existiese para la buena marcha del Universo, los dioses deciden reunirse en concilio en la ciudad de Teotihuacán. Allí deciden que es necesario un nuevo intento para dar nacimiento al QUINTO SOL O SOL DE MOVIMIENTO. Y que para ello un dios debía inmolarse en un gran fuego para surgir renacido como el nuevo Sol. Se piden voluntarios y entonces se ofreece un dios poderoso, gran guerreo y admirado por todos, poseedor de ricos presentes. Los viejos dioses dan su aprobación pero han de tener otro candidato para crear la Luna, para ello eligen al dios Nanauatzin, el más humilde y pobre de todos, un dios que estaba lleno de llagas y cubierto de ropas viejas, con el que nadie quería hablar pero que tenía un corazón de oro. Sin preguntarle su parecer le dicen que lo han elegido para ser la Luna, a lo cual Nanauatzin acepta de buen grado y sin rechistar.

Construyen en Teotihuacán la Pirámide del Sol para que el dios guerrero y rico haga sus purificaciones durante los trece días que marca el ritual, antes de su transformación en astro. Y la Pirámide de la Luna para Nanauatzin.
El dios guerrero y rico ofrece grandes cantidades del mejor incienso y los más hermosos objetos de valor: ricas piezas de jade, tocados de plumas de quetzal, fina orfebrería de oro, copal aromatizado, etc. El dios humilde y cubierto de llagas no tiene con qué conseguir objetos de valor y sus ofrendas las hace con su propia sangre: se clava espinas de magüey y con su sangre impregna papelitos enrrollados que quema en honor de los grandes dioses y de la humanidad naciente.
Llegado el momento de la verdad todos los dioses se reúnen de nuevo en Teotihuacán y hacen una gran hoguera en la Calzada de los Muertos, sus llamas llegan hasta el cielo. Bajan los dos dioses candidatos, cada cual de su pirámide. Es la hora y el dios guerrero y poderoso se dirige a inmolarse en las llamas, pero es tan fuerte el calor que se hecha para atrás. En total lo intenta cuatro veces y cuaro veces tiene miedo. Nanauatzín no duda y se arroja en medio de la gran llama y le siguen una águila y un jaguar. Lleno de vergüenza el dios poderoso se lanza tras los pasos del dios humilde. Al poco surge Nanauatzín transformado en un astro luminoso cuya luz da calor y vida a todos, y a los dioses les parece que su luz es apta para ser el Sol de la nueva Humanidad. A continuación surge el dios que dudó, con la misma intensidad luminosa que el Sol, pero los dioses no están conformes en que brille y sea tan hermoso como el Sol y Quetzalcoatl le lanza un conejo a la cara, con lo cual el astro empalidece en su luz y disminuye su tamaño, convirtiéndose en la Luna que hoy nos alumbra por la noche.
Y así, de esta forma, en la ciudad de Teotihuacán nació el Quinto Sol o Sol de Movimiento gracias al cual existe la Humanidad.

Departamento de Investigación
Nueva Acrópolis, Cádiz

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